Proporcionar al cachorro suficientes “juguetes” seguros, minimiza las posibilidades de que ingiera algo peligroso.
Un problema muy frecuente en las consultas veterinarias es la ingestión de “elementos extraños”. Un cachorro descontrolado es capaz de comerse prácticamente cualquier cosa, pero hay unas más peligrosas que otras.
Lo “digerible”… y lo que no
Por lo general, los elementos de pequeños tamaño con formas redondeadas (como una bolita de pienso o poco mas) no suponen ningún problema. Pasan por todo el tracto digestivo y se eliminan. Sería el caso de esas pequeñas piezas de goma que de vez en cuando adornan las heces… El problema llega cuando el perro se traga algún elemento irregular, con bordes agresivos. En ese caso olvídate de todas las creencias populares (darle de comer espárragos es una de las que tienen más “arraigo”, a la vez que más absurda) y llévalo al veterinario. De igual forma, los perros tienen una querencia especial por todo lo textil. Un cachorro pequeño tal vez se coma un trocito de tela, pero uno más grande no dudará en tragarse un calcetín… Estos elementos son especialmente peligrosos porque además de producir obstrucciones, al ser largos pueden forzar y dañar el intestino. La visita al veterinario es obligada.
Es muy importante acudir al veterinario con rapidez. Si hace poco tiempo que se ha comido el objeto es posible que lo pueda vomitar, o que se le pueda extraer por endoscopia, sedándolo. Si tardamos y el objeto avanza, nos enfrentaremos a una operación en toda regla que tal vez se podría haber evitado.
El papel de la educación
En cualquier caso, siempre es mejor poner remedios antes de que ocurran los problemas. No es demasiado complicado enseñar al cachorro que hay objetos que “son suyos”, que puede morder todo el tiempo que desee, y otros que son “intocables” (y eso incluye el cajón de los calcetines). Cuando pillemos al cachorro in fraganti mordiendo algo que no debe, le recriminaremos con un “no” enérgico, que no deje lugar a dudas acerca de quien manda. E inmediatamente después le daremos el mordedor (son excelentes los “huesos” de Nylabone, ¡los hay hasta con sabor a pollo!) y jugaremos con él. Si cogemos bien el momento y los tiempos, en unas pocas repeticiones tendremos un cachorro respetuoso con nuestras cosas y sin problemas de atragantamientos.
Proporcionar al cachorro suficientes “juguetes” seguros, minimiza las posibilidades de que ingiera algo peligroso.
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